jueves, 17 de julio de 2008

Poesías, Lectores expertos

Cielos

Imagen por María Inés Afonso EstevesTexto: Daniela Feoli
Imagen: María Inés Afonso Esteves

Tres delicados poemas: “Cielos”, “Una ronda” y “Viento azul”, despliegan paisajes sutiles y sugerentes.

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Imagen por María Inés Afonso Esteves

Cielos

Detrás
de su negra torre de viento,
dos mariposas sueñan
un cielo naranja.

De pronto despiertan;
y ahí nomás,
en la orilla,
los juncos raspan el alba
y le roban colores
al silencio.

***

Una ronda

Dormido,
en un saco de estrellas,
un bichito de luz
salpicaba
la silueta de una tarde.

El verano lustraba su espalda anaranjada;
y en el cielo,
un grillo derramaba sinfonías
y estiraba los días
en noches rosadas.

A lo lejos,
la lluvia arrugaba las montañas
cuando el invierno trepaba
y llegaba el viento
por una escalera de piedra.

***

Viento azul

Un limonero
se pelea
con los flecos del viento.

Lejos,
casas de ladrillo
crecen
como duraznos
en caminos de tierra.

El viento es una golondrina
de rutas imprecisas.





Fuentes: http://www.educared.org.ar

Cuentos, Lectores expertos

El primer trabajo del diablo

Imagen por Marisa CuelloTexto: Fabián Sevilla
Imagen: Marisa Cuello

Este cuento forma parte de una serie que Fabián Sevilla se propone publicar, con el nombre de “Cuentos con el diablo (que se cuentan en el Cielo)” y tiene ese característico sabor de los relatos populares donde Lucifer casi siempre resulta burlado de las maneras más ingeniosas.

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Imagen por Marisa Cuello

Santos Delcielo le hacía honor a su nombre y apellido. Tipo buenazo como él no había en varios kilómetros a la redonda; tampoco, tan pobre. Los vecinos decían que una laucha vivía y comía con más dignidad que este viejito.

A él, su indigencia no le hacía mella. Y era feliz tratando de cultivar su raquítica chacrita para compartir los frutos con los demás.

—Siempre hay alguien más necesitao que uno—, se le oía repetir cuando entregaba lo poco que cosechaba y él se dejaba casi nada.

Como si eso fuera poco, jamás había papado una mosca, pisado una hormiga o mentado el nombre de alguien, entre otras virtudes que lo coronaban.

—¡El pecao no ha sido inventao pa’ Santos Delcielo! —solía decir el cura párroco cuando en la misa lo tomaba de ejemplo para aleccionar al devotaje.

Sin embargo, una vez este pan de Dios se las vio de frente, y bien fieras, con El de Abajo. Fue una noche que no podía dormir del hambre que tenía. Había cosechado unos duraznos que reservaba para donar a un orfanato. Pero no aguantó más y a medianoche fue a comerse uno. Eso pese a que, desde chico, había sido enseñado que cuando se come en la oscuridad se corre peligro de morderle la cola al Diablo.

Dicho y hecho, el Demonio sintió el mordiscón y fue a vengarse del dueño de los dientes.

—Ya sé que no ti lo merecés, Santos Delcielo, pero vas a tener que venirte conmigo. No puedo perdonar esta afrenta —le informó.

El anciano recién ahí recordó lo que nunca debió olvidar y en vez de rezar para espantar al malévolo, le pidió ¡piedad!, ¡perdón!, ¡misericordia! y todo eso que al Lucifer le entra por una oreja y le sale por la otra. Igualmente, este debió reconocer que no tenía derecho a llevárselo por un simple olvido, aunque aún le ardía la cola.

—Bueh, te concedo un favor. Bien es sabido que quien me pide algo y se lo doy, está en condiciones de terminar en el infierno.

Santos Delcielo hizo lo que siempre: pensó en los demás.

—Quiero que trabajís para mí durante un año.

—¡Hecho! —respondió el Lucifer, que no da muchos rodeos al momento de cerrar acuerdo y ya contabilizaba un alma más para torturar en sus oscuros dominios.

Y así fue que El Diablo trabajó por primera vez sobre la faz de la tierra. Para comenzar, Santos Delcielo le pidió que le arrancara cada yuyito que invadía una parte de su finquita, yuyal que él no había podido eliminar en años de intentos.

El Maligno se ocupó de ello. Tardó semanas. Pero no dijo ni mu. Un alma ganada al Cielo bien valía tanto esfuerzo.

—Ahora quiero que plantís estas semillas. Que las reguís y cuidés bien.

Lo indicado hizo el peón infernal. Y cuando llegó la temporada, en la finca que antes daba lástima crecían cientos de frutales. Las ramas no daban más de la cantidad, tamaño y peso de duraznos, ciruelas, damascos, manzanas, peras, membrillos.

—Es momento de cosechar —le indicó el patrón—. Ahí hay cien canastos. Que no quede una sola frutita colgando.

Con guantes y delantal, el Colalarga comenzó a descargar el peso de los arbolitos. Tardó varios días en vaciarlos, a lo largo de los cuales las canastas quedaron hasta el tope.

En eso, pasó por el lugar un comerciante de la ciudad, que al ver semejante cosecha ofreció comprársela completa a Santos Delcielo. Este al principio se negó, pero luego accedió a venderle un cuarto. Estaba recibiendo los billetes, cuando se acercó otro comerciante. También quiso llevarse la fruta de Santos Delcielo. A él, le vendió otro cuarto. Y así, con otros compradores que aparecieron, milagrosamente, por ahí.

Al Diablo las cuentas no les cerraban. Algo extraño sucedía. Con cada cuarto de cosecha que se vendía, en los arbolitos crecía una cantidad similar de fruta. Y el peón avernal debía volver a cosecharla. Así estuvieron varios meses: Santos Delcielo vendiendo y el otro, meta coseche y coseche.

—Santos, ya se cumple el año. Así que preparate para el descenso —le anunció cansadísimo el Tiñoso cuando efectivamente estaba por llegar el plazo del favor.

—Así parece —agregó con tranquilidad el viejo—. Si querís vamos yendo, pero de pasada dejamos en el pueblo la fruta que acabás de cosechar. Vos seguíme cargando esos mil seiscientos canastos.

De ese modo, ambos llegaron hasta el pueblo. A medida que avanzaban, se detenían en cada casa, donde Santos Delcielo no sólo dejaba buena cantidad de fruta, sino también algo de dinero, que a esa altura ya le sobraba.

Eso, hasta que un gurí los vio.

—¡El Diablo anda tras Santos Delcielo! ¡Él, que es tan bueno, y el otro le quiere robar las frutas! —anunció a grito pelado.

De inmediato, los vecinos se organizaron. Con palos, piedras, escobas y estampitas le dieron flor de zurra al Señor de la Oscuridad, que en vano trataba de explicar que no quería robarse nada y que todo estaba acordado con el defendido.

La cuestión es que, moreteado y maltrecho, el pobre diablo decidió escapar y dar por roto el acuerdo con Santos Delcielo. Así, el viejito quedó rico y Lucifer enriqueciendo a alguien, que desde entonces fue feliz y siguió haciendo felices a otros.

Y, como castigo por cometer lo que para él era un pecado, El Diablo se juró nunca más volver a trabajar. Al menos sobre la faz de tierra.










Fuente: http://www.educared.org.ar
Cuentos, Lectores intermedios

Pequeños soles

Imagen por Marisa CuelloTexto: Paula Fränkel
Imagen: Marisa Cuello

¿Qué hacen dieciocho mil quinientos un girasoles cuando no hay sol? ¿Cómo se entretienen? ¿A qué juegan? La respuesta, en este cuento de Paula Fränkel.

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Imagen por Marisa Cuello

Dieciocho mil quinientos un girasoles se despertaban cada mañana entusiasmados. Ni bien abrían los ojos, comenzaban a mirar el Sol y lo acompañaban en su recorrido por el cielo. Al mediodía, bronceados con su luz, y amarillísimos de contentos, se sentían importantes. Como miles de pequeños soles que iluminaban sus pequeños mundos.

Al atardecer, se apagaban despacio, cuando el Sol desaparecía en el horizonte.

Pero una mañana el Sol no vino. Y se sintieron muy perdidos. Desesperados, los girasoles no supieron qué hacer, hacia dónde mirar. ¿Qué hora es?

Tan desorientados estaban, que unos lloraban y otros se quejaban enojados. Algunos hacían de cuenta que el Sol estaba ahí. No podían creer lo que estaba pasando. Hasta que al fin, uno de ellos dijo:

—¿Y si en vez de seguir al Sol, miramos lo que hace ese pajarito?

El pajarito, que estaba armando su nido, se movía todo el tiempo. Juntaba hojas por acá, levantaba ramitas, un piolín, una semilla, un pedazo de papel… El girasol más alto de todos, se puso serio y dijo:

—Ese pájaro me marea, se mueve todo el tiempo. Mejor, miremos a esa vaca.

Pero, ¿saben ustedes, cuánto se mueve una vaca? Poco, ¡casi nada! Luego de un rato, la vaca sólo movió la cola para espantar a una mosca. Los girasoles empezaron a aburrirse. Su mirada se perdía en el horizonte o se distraían con cualquier cosa.

—¡Esto no puede pasarle a un girasol! —dijo uno de pronto.

Y comenzaron a seguir a todo lo que se movía cerca de ellos:

Un tractor, muy traca-traca-traca.

El perro del granjero, imparable.

El espantapájaros, mejor la vaca.

Un avión, ya pasó.

El molino, me mareo.

Otra vez el pajarito, ¡noooooo!

Sin saber qué hacer, tristes y aburridos, pasaron la tarde, y se hizo de noche y se fueron a dormir decepcionados.

A la mañana siguiente, una banda de nubes grises tapizó el cielo otra vez.

—Hoy no voy a llorar —dijo uno mientras estiraba sus hojas. Y, para no desanimarse, empezó a cantar bajito—. Yooo tengo un elefante…

Su vecino, abrió un ojo espiando a ver si estaba nublado y también se puso a cantar suavecito. Los girasoles que estaban más cerca del arroyo habían escuchado el día anterior a un grupo de chicos que jugaba cantando. Así que, en cuanto terminó la canción, pensaron otra que empezara con la última letra:

—…chas chas en la colitaaaa…

—Aaaa… Arriba Juan, arriba…

Una canción siguió a la otra y entre todos armaron una guerra de canciones. La tarde pasó entre canciones y risas. Hasta que se hizo de noche y tarareando se fueron a dormir, con la esperanza de ver al Sol al amanecer.

Los despertó a la mañana siguiente una lluvia finita. Enojado, furioso, un girasol bajito pegó con una hoja en el barro que se juntaba a sus pies. Y salpicó al que tenía al lado, que se la devolvió con tanta mala puntería que les llegó a los tres girasoles que estaban más atrás. Se miraron unos a otros y se vieron tan pero tan enchastrados de barro que no pudieron aguantarse la risa. Empezaron a tirarse barro unos a otros divertidísimos. De tanta risa, algunas semillas salieron volando por el aire y las usaron para armar muñequitos con el barro.

Jugaron tanto que se pasaron las horas sin que se dieran cuenta y la lluvia de la tarde los bañó antes de irse a dormir.

Al día siguiente, el Sol volvió a despertarlos sonriente como si siempre hubiera estado allí. Ellos lo saludaron amarillísimos y emprendieron juntos el camino por el cielo, iluminando al mundo. Sus pequeños mundos, los pequeños soles.










Fuente: http://www.educared.org.ar
Cuentos, Lectores expertos

Sapos y mariposas

Fragmento de una imagen de Natacha EsainsTexto: Silvina Rocha
Imagen: Natacha Esains

¿Qué misterioso sentimiento puede transformar los sapos del estómago en mariposas? Este cuento de Silvina Rocha nos lo revela.

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Imagen por Natacha Esains

—Tengo sapos en el estómago.

Eso decía Baldomero varias veces al día. Y era cierto. Sin hacer grandes esfuerzos uno podía escucharlos haciendo ruido.

¿Cómo es el ruido de los sapos? Algo así como “gruap”, o “uop” o “roup” mezclado con un poco de ruido a río o acequia.

Baldomero decía: “Tengo sapos en mi estómago” y su madre fruncía la boca y elevaba una ceja, pero era verdad y fácil de comprobar: los sapos hacían ruido.

Si Baldomero tomaba agua, los sapos hacían ruido. Si tomaba sopa hacían ruido, si comía ravioles hacían ruido, incluso con un gran plato de papas fritas. Nada lograba callar a sus sapos.

Su amiga Catalina, decía que en su estómago tenía mariposas. Pero eso no era cierto. ¿Qué ruido hacen las mariposas? Eso lo decía de copiona, porque se moría de ganas de tener algún bicho en su estómago. Catalina argumentaba que las mariposas son silenciosas y solo logran hacerse notar haciendo cosquillas.

Un día los sapos se callaron. Tomó agua y sopa, comió ravioles y papas fritas, pero los sapos no hacían ruido. Baldomero no sabía qué hacer con tanto silencio. Se apretaba la panza, se colgaba boca abajo de la hamaca, les hablaba, pero nada.

Una mañana miró a Catalina y ¡zas!, aparecieron las cosquillas. Un calorcito en la panza, un mimito a la altura del ombligo que subía por su pecho, un rubor en las mejillas. Era verdad nomás lo de las mariposas. “Que bichos más silenciosos”, pensaba Baldomero.

Los sapos no volvieron y aunque extrañaba el ruido, pensaba: ¡Qué linda Catalina!¡Qué lindos estos bichos con alas, las cosquillas y el silencio!





Fuente: http://www.educared.org.ar


De Amor, Tristeza y Alegría


Todo lo que me he pasado se ha quedado conmigo,
tanto el día alegre cual ése de tristeza y dolor.
De las memorias en versos es que todo hoy digo
porque he sentido en mí tristeza, alegría y amor.

De lo real de mi vida quiero que todo se separe
para entrar de mi noche obscura a un amanecer.
Deseo una mujer donde mi alma siempre se ampare
al ya tener necesidad del amor sin ganas de beber.

Por el desengaño a nada con firmeza hoy sigo
porque a veces estoy cansando de cada cicatriz;
mi alma es el terreno donde siento cada castigo
a ahí mis sentimientos mueren y queda la raíz.

Mi amor ha sido análogo al más oscuro cielo
y aunque veo luz del día, lo negro siempre está.
Liberado hoy ando aquí en este temporal suelo
y a veces reconozco que mi alma tiene un más allá.

He sentido tanto aunque mi vida ha sido poca
y jamás me explico porque mi destino ha sido así.
Pero sobre todas, le deseo besar a una su boca
al estar convencido que sólo ella me haría feliz.

(Juan Antonio Rodriguez, hijo)



Mujer


Tú eres un caracol
oyendo nostalgias en los tumbos del mar,
en las pescadoras gaviotas
que perdieron su ruta.

Tú eres un caracol
ovillado en la bruma;
va pasando un desfile de celajes sedientos.
Yo estoy empujando con mis remos al mundo,
pero él está encallado con su tromba de fuego,
o con su rezo de niño.

Tú eres la mariposa
que voló al despertar:
Vas trazando arabescos
con tus alas de arroyo,
vas buscando las flores
que murieron sin tregua.

Tú eres una mujer,
un poco soy yo y un poco eres tú,
y por esas huellas livianas de arena
te sigo por el borde de todos mis deseos,
te invento so pretexto
de amarte hasta el abismo,
hasta ser uno solo
en el confín de los sueños.

(Ronald Bonilla)



Dos Palabras


Deja que me plante frente a tu ventana
para que florezca mi amor
y mis raíces crezcan por todo el universo.

Deja que me hunda en el mar de tu mirada
para nadar hasta el abismo claro de tus ojos
y ahogarme en tus caricias.

Deja que te bese con el alma
para robarte en un suspiro
la pasión de tu encendida llama.

Deja que te cante con mi voz
para que escuches la proclama de mi amor
y el susurrar de mis palabras a tu oído.

Deja que te diga dos palabras,
tan claras como el día,
dos palabras, la esencia de mi vida:
¡Te amo!

(Andrea)




Sintiéndome


Sintiéndome, envolviéndome de un mágico silencio,
deleito mis oídos del sonido de la nada, del vacío,
me despojo del movimiento, de las prendas, de testigos,
te hago preso de mi mente y me abandono en tus latidos.

Ausente de sonidos, intensa de sentidos, latente,
siento correr la sangre en caudaloso río, rugiente,
templando la piel de mi cuerpo plácido, vehemente,
ávida de quietud de un sentir ya conocido, te vuelvo presente.

Abstraída de mente, totalmente ausente, complaciente,
dejo el planeta en su elíptica girando, sabida que no es lo mío,
en un espacio onírico, lo creo todo imaginando, delirando,
envuelta de ti, poseída de tu cuerpo y de tus manos disfrutando.

Caigo en lo profundo de un mundo intangible, fecundo,
me abandono en el negro oscuro de mis ojos cerrados,
puedo sentirte en aroma, olor irresistible de flores y campo,
madera mojada que espera la hoguera de un calor prolongado.

Pensamientos invadidos de visiones adolescentes,
se pasean por mi cuerpo, por mi alma y por mi mente,
solo puedo sentir una cálida sensación permanente,
que me mantiene encendida, complacida, vigente.

Me sumerjo quieta en lo profundo, en lo más hondo,
allí donde levita el éter de una dimensión que desconozco,
te pienso y te hago mío en este espacio primoroso, amoroso,
cubierta de tus alas, de tu cuerpo y de tu rostro.

(Laura Rojas Barrios)




Alma Mia


Envuelta entre los celos de tu indiferencia;
Atrapada entre los sueños de la noche;
Arrastrando un llanto que se ha vuelto perpetuo
Con gritos tras tu espalda… ¿No la oyes…?

Casi asfixiada por callar,
Y carcomida por sí sola entre la nostalgia
De vivir amándote en cada momento...
¡Así está mi alma...!

(Wilfredo Rojas)




¡Hoy Quiero Vivir!


¡Hoy quiero vivir!
pensar que no te has ido,
pensar que sigues aquí.

¡Hoy quiero vivir!
saber que todavía me quieres,
saber que piensas en mí.

¡Hoy quiero vivir!
soñar contigo de nuevo,
soñar que puedo ser feliz.

¡Hoy quiero vivir!
a pesar de que te hayas ido
a pesar de que me has hecho sufrir.

¡Hoy quiero vivir!
esperando que un día regreses,
esperando que vuelvas junto a mí.

¡Hoy quiero vivir!
porque él no te merece,
porque él no sabrá hacerte feliz.

(Roberto Carballedo)






¿Qué Es El Amor?


Armonioso ritmo de dos notas
Indefinible elixir mágico
Murmullo de almas paralelas
Volcán de deseo que va a arder

Atmósfera de recóndita atracción
Atadura de ambos pensamientos
Vuelo de dos pájaros en el azul
Espuma de olas que convergen

Puente de dicha en dos direcciones
Rescate del tiempo que se ha ido
Dos suspiros fundidos al viento
Sol de razón que rompe las nubes

Vino espumoso que embriaga
Embajada del sueño del futuro
Un papel escrito a dos caras
Dos miradas siempre enlazadas

Melodía sublime cantada a dúo
Poesía realizada en dos versos
Sepulcro eterno de la soledad
Nube esponjosa que nos mece

Mil pensamientos entregados
Fuente de deseos ofrecidos
Faro guía de dos vidas
Simiente de paz duradera

Silencios que envejecen compartidos
Cortejo de los días más bellos
Antesala de la muerte sin dolor
Todo eso... es el amor

(Miguel Angel Aguilar Muñoz)




Fortuna


Tengo el corazón lleno de vos
Tengo mi silencio mutilado por tus ojos
Y mi cuerpo alborotado de pasión
Si me preguntan que hago
Solo respondo que te pienso
Y si me preguntan que siento
Solo digo felicidad
Que dichosa me responden
Y una sonrisa me brota
Como se logra
me interrogan
Amando
simplemente amando les digo
Y no hay beso
que sea pequeño
Y no hay caricia
que no estremezca
Que dichosa sentencian
tiene suerte opinan
Y yo les digo
que la única fortuna
fue haberte encontrado
El resto
el resto es improvisado.

(Julie)



Desprendete


Desprendete de mí,
de a poco...
Que me duele la piel
por los jirones...

Una sombra creció
en el huerto,
avanzando
en nuestros corazones.

No des vuelta la cabeza,
no me mires a hurtadillas,
sigue caminando,
hasta que me desvanezca solita.

Huye de mis cavilaciones,
huye de mis reclamos,
estoy soltando tus alas,
estoy liberando tu alma.

Un día, fuimos un todo,
rebalsando lo permitido,
entregando un amor único,
sabroso y delictivo...

Serás un recuerdo hermoso,
algo que vivirá conmigo,
lo bueno prevalecerá,
más que todo este cumplido...

(Serena Azul)




Dulce Abril


Dulce ser,
que con tu mágico pensamiento
inundas de pasión mi alma,
haciéndola dulce, sensible, romántica.

Adorable criatura,
que cuando estoy contigo
me encuentro en mi esencia más pura,
me haces sentir dichosa, querida, segura.

Tierno caballero,
que con solo mirarme
ves mas allá de mis ojos,
y te entrego mi ser, mi naturaleza, mi todo.

Dulce sea abril,
el mes en que te conocí
y lo describo romántico, encantador, gentil
es por eso que me recuerda a ti.

(Daniela Aragunde)



Motivos


Una mirada tuya
es motivo para empezar
a entrar en tus pensamientos
y así poderte enamorar

Una sonrisa tuya
es motivo para seguir
a entrar en tu corazón
para que me ames hasta el fin

Una estrella en el cielo
es fuente para el amor
para quererte y amarte
y ser parte en tu ilusión

Una lágrima, un gesto
un detalle especial
es algo único
para lograrte conquistar

Con esto solo te pido
un momento para pensar
que con detalles como estos
es que te aprendí a amar.

(Carlos Griman)










Fuente: http://www.poemasdeamor.com.ar

Inicio de Angel


Yo lo sé: afuera
las luces anuncian que la ciudad
aún sobrevive:
Que tendrían que amarrar todos los postes
para que no se desangre.
Que el aire de la montaña
pasa arañando con su hálito y desciende
sobre la techumbre dispersa de la noche.

Pero pusiste tu lengua de húmeda estrella
sobre mi cuello
indefenso,
y mojas con tu pericia de gata el alma,
y es tu cuerpo
el más hermoso rescoldo que abrigo en mi cuerpo,
el nido pequeño que ya cabe en mis manos,
levantas la mirada
y ávida de cielos das los labios,
mariposa de todos mis deseos.

Abajo, blanden cuchillos
las hojas sedientas del temor,
pero tú, aquí, despliegas tu más hondo beso
y suples mis llagas con cariños nuevos.

Afuera, ¡hay quizá tanto afuera!,
pero aquí, en este espacio inventado,
estamos aprendiendo a no negarnos,
a ser las alas
del ángel que iniciamos.

(Ronald Bonilla,
del libro A Instancias de tu Piel, Editorial Géminis)












Fuente: http://www.poemasdeamor.com.ar

Sublime Respuesta al Amor


Ya no hay respuestas que debas esperar,
ni fantasías que no hagas realidad,
tu cita ya no tiene un tiempo,
es ahora, aquí... para siempre.

Abrázame fuerte, no me sueltes,
juro que llegaremos juntos al cielo.
Despójame de toda inhibición y
bautízame con tu amor.

Deja que guarde en el baúl
de los recuerdos cada movimiento,
que encierre el excitante aroma de tu cuerpo.
Y Dios detenga el reloj eternamente.

Que nuestro ángel testifique este momento
dibujando frente a la hoguera del amor
esta pasión desbordada...
estos versos escritos con sudor.

Renace, quédate en mí... no dejes de amarme.
Amanecer mágico, perfecta fusión de corazones.
Te invito a escribir poemas de amor,
esta noche... cuando quieras... en mis brazos.

(Andrea Rivadero)




Fuente: http://www.poemasdeamor.com.ar